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N ecesito concentrarme, volver al ruedo, crear personajes e historias. ¿Por dónde empezar? ya no lo sé. Tal vez algún recuerdo, algo autoreferencial, algún sutil plagio?. Nada me convence, tal vez divagar entre las tecjas del ordenador y mis miedos inventen algo sacado de los pelos de mi mundo mágico. Tengo unos zapatos rojos en mi mente, como unos fetiches, busco a quíen ponerselos, pienso qué miedo puede surgirle al mirárlos o al ponérselos. Quién es ella? o él? qué deseo trasngresor le lleva a tomarlos y pensar en ellos como algo extraño a su realidad y apegados a sus deseos ocultos o miedos infantiles. Recuerdo el cuento del danés Andersen, cruel e irracional que se cobra la vida de una niña en una locura fanática de justos y pecadores. Yo soy esa niña que teme ponerse los zapatos rojos, malditos por un brujo o un demonio, que se lleva mis deseos de ser bella y bailar desenfrenadamente, porque me obligan a ser humilde, silenciosa, una sombra de futura mujer. No bailes, no cant...
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