Tiempo
de luz en tu mirada angelical,
hoy
es eternidad y dejo morir a la fatalidad
me
bastan tus manos en mi regazo,
y
tu silencio ausente invadido de vida
me
alcanza saber que estoy a tu lado
mientras
mis manos te cubren de tibieza.
Hoy
es tiempo de beber tu infancia
reteniendo
futuros recuerdos
que
morirán conmigo en mi vejez
esa
vejez que anhelo darte,
impidiéndote
llorar sobre mi libro cerrado
o
mis cuadros sin pintar.
La
vida no está en deuda conmigo
cuando
me odias o me amas
porque
en la elección no hubo duda
yo
quise que estuvieras hoy aquí
sentado
sobre mis piernas
soportando
retos o perdido inconsciente en besos dulces
tirando
de mi mano, exigiendo mis miradas,
buscando
palabras en mí, a preguntas
que
aún no logras decir.
Tiempos
puros, únicos, nuestros,
hasta
que lleguen el día que tu vuelo
recorra
otros caminos
y
busques unos ojos de mujer
aunque
nunca olvides los ojos de una mujer
a
la que llamas mamá.
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