Necesito concentrarme, volver al ruedo, crear personajes e historias. ¿Por dónde empezar? ya no lo sé. Tal vez algún recuerdo, algo autoreferencial, algún sutil plagio?. Nada me convence, tal vez divagar entre las tecjas del ordenador y mis miedos inventen algo sacado de los pelos de mi mundo mágico.
Tengo unos zapatos rojos en mi mente, como unos fetiches, busco a quíen ponerselos, pienso qué miedo puede surgirle al mirárlos o al ponérselos. Quién es ella? o él? qué deseo trasngresor le lleva a tomarlos y pensar en ellos como algo extraño a su realidad y apegados a sus deseos ocultos o miedos infantiles.
Recuerdo el cuento del danés Andersen, cruel e irracional que se cobra la vida de una niña en una locura fanática de justos y pecadores.
Llegué a mi casa, me recosté sin quitarme el vestido, sólo revoleé los zapatos. Miré el ordenador y no, no estaba para escribir ni una sola línea.
Al despertar el sol me pega de frente y el dolor de cabeza fatal requiere un café negro de manera urgente. ¿Dónde dejé mis anteojos? no recuerdo dónde los dejé, sólo los uso para escribir o leer. por suerte tengo unos de repuestos, voy por una ducha y mandaré algunas líneas sobre la idea de qué va el cuento a la editorial de la revista; tengo tiempo hasta el viernes de todas maneras.
Tuve una noche fatal, me dormí después de un whisky o tal vez dos creo, y lo que escribí anoche... no tiene sentido.
Pongo el noticiero para saber de qué vá el día, frío, más frío o quién sabe, explotó el mundo y yo de resaca ni enterada.
No puedo moverme, no siento mi cuerpo, únicamente mis oídos y mis ojos estan alertas frente al televisor. Estoy confundida, siento ganas de vomitar. tengo frío , el cuerpo comienza a temblame y no puedo parar, me muero. Logro sentarme y sigo la noticia, el periodista relata que el joven era un habitual concurrente al bar, trabajaba en la escuela preparatoria dando clases de literatura fantástica y tenía treinta y tres años, lo habían visto algunos testigos charlando con una joven de más menos treinta años, pero que no los vieron salir juntos. lo habían asesinado con el tacón de un zapato en el ojo que le atravesó el cerebro. El cuerpo estaba tapado con una sábana blanca pero al costado se veía un zapato de tacón rojo. Mostraron la foto del joven de intensos ojos azules.
Recuerdo que la noche anterior había estado lidiando con un cuento para presentar y había elejido al azar un objeto cualquiera de mi armario, los zapatos rojos que nunca usaba porque me parecían muy llamativos y no ivan con mi personalidad, siempre preferí la vestimenta sobria con la ilusión que me respetaran más como escritora. Luego me dormí y tuve sueños agitados, pesadillas en realidad, primero caminaba en dirección a mi casa con la sensación de que venían tras de mí. y próxima a llegar como flashes las imágenes se me sucedían. Una sombra se avalanzaba sobre mí de frente a diferencia de aquello que me seguía. de repente me envolvía y en una voz gutural como un gruñido inteligible que me decía algo que no entendía, amenzadoramente por sobre mi hombro en mi oído; pasando de largo. Después imágenes se sucedían, entrando a mi casa, luego me veía en mi cuarto, y recordaba las sábanas envolviéndome en un mar de imágenes y sonidos lejanos.
Los ojos de ese joven, sé que los he visto, pero no sé dónde, tal vez en la gasolinera, en el super, no sé, nunca iva a ese pub, aunque alguna vez puede ser me reuní con amigos a tomar algo. no estoy segura. Necesito un baño, no es posible nada de todo esto, ¿de qué estoy hablando? ¿qué tengo que ver yo? no hay conexión alguna pero me siento extraña, como si algo se me está escapando y la lógica no me ayuda.
Salgo de la ducha, necesito otro café, mientras voy al armario y pienso qué ponerme. Abro la puerta y allí están, los malditos zapatos rojos, son idénticos al que mostraron inescrupulosamente en el noticiero, ¿cómo se me ocurrió elegirlos como objetos de un cuento? Estoy oxidada, debo retomar el ritmo de escribir todos los días; mejor me apuro voy a llegar tarde a la reunión de equipo de producción. Pero antes tomo los zapatos y los miro, no puede ser...
El taco de uno de ellos tiene sangre y un color grisáceo, vizcoso. lo suelto con un grito que me estalla en la cabeza y vomito mientras caigo al suelo.
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